Wednesday, September 30, 2009

Para Cuba que sufre, ha llegado la hora.

Autor: Julian Perez
Pais: Cuba
http://tusderechoscubanos.blotgspot.com

A veces me pregunto ¿Qué pasaría si súbitamente desaparecieran los Castro y toda su camarilla? ¿Qué organización, institución o grupo está en condiciones de asumir el control y restaurar los valores democráticos en Cuba? Y la respuesta me descorazona: ¡Ninguno! Porque no existe en Cuba un poder que emule al estado totalitario ni estructura que concierte eficazmente los intereses de la nación cubana. Ni religiosa ni social, ni legal, ni política. ¡Nada!

Pese al descontento general por la situación en que viven, a que los jóvenes le dan la espalda a la gerontocracia y que todos anhelan un cambio, los cubanos de la isla, fatigados por cinco décadas de saturación ideológica, desorientados y mal informados sufren del síndrome de la espera que les paraliza más que el temor a la represión. El cubano de a pie espera diariamente algo que nunca llega: los víveres en la bodega o la visa para abandonar el país, el ómnibus inabordable o el paquete de la tía que vive en el extranjero. Y mientras esperan dedican sus fuerzas a sobrevivir lo mejor que pueden. No creen en la revolución pero disimulan su rechazo, hacen la guardia del CDR mientras venden o compran mercancía en el mercado negro, asisten al domingo de la defensa con su uniforme de miliciano recién planchado hasta que llegue la oportunidad de abordar una balsa, una lancha rápida o una invitación al extranjero donde poder “quedarse”…

Cierto que hay señales de una sociedad civil que trata de emerger en organizaciones independientes de abogados y maestros, bibliotecas y sindicaos independientes, etc. Pero los esfuerzos no han cuajado en resultados concretos. En parte por las dificultades para desarrollar un proyecto democrático en el interior de tan férrea dictadura militar En parte por la ambigüedad de una disidencia sin propósitos definidos ni acción efectiva, salvo honrosas y contadas excepciones. En parte, también, por el sentimiento de impotencia ante la pesada y oxidada maquinaria totalitaria en una población que fue privada de la más elemental educación cívica enquistándole el alma y paralizando la iniciativa en beneficio común.

El problema de Cuba no es simplemente un proyecto social fallido o un modelo económico fracasado. Es la destrucción sistemática de una nación desde los más elementales valores cívicos hasta las más entrañables tradiciones. Es la gran confusión que identificó Patria con Revolución y Estado con Gobierno lo que ha desintegrado el alma del cubano de la isla. ¿Qué significado puede tener la defensa de un derecho para quienes han convertido la simulación en estilo de vida? ¿Que interés pueden tener en cambiar leyes injustas quienes fueron educados en violarlas diariamente?

Respeto y admiro profundamente a esa minoría valerosa que luchan dentro del país contra el castrismo, esos que han decidido defender su derecho a una vida decorosa, verdaderamente humana. Pero creo que el método que han elegido sólo facilita que las fuerzas represivas les controlen mejor. Muchos son ampliamente conocidos en el extranjero pero el ciudadano común nunca los ha oído mencionar. Otros desarrollan proyectos tan poco serios como pretender convencer al gobierno de que abandone el poder por métodos pacíficos. Y no faltan las guerras internas de grupos que se atacan entre si, porque acostumbrados a la unanimidad no toleran a quienes sostienen opiniones diferentes.

En los últimos años, ha surgido una generación joven de blogueros que sorteando obstáculos dan a conocer al mundo su verdad. ¡Bien por ellos! Pero insisto. Es al pueblo cubano a quien debe dirigirse la información y ese no tiene acceso a la Internet. Es necesario buscar nuevos caminos, formas creativas para devolver la voz al pueblo amordazado y dar curso a la iniciativa social venciendo la inercia que les impide pensar con cabeza propia. Urge emplear los recursos de la tecnología moderna para que la información llegue a ese cubano que ignora lo que ocurre a dos cuadras de su casa y, sobre todo, fomentar el principio básico de la democracia, la diversidad de criterios con unidad de objetivos.

Ha llegado la hora de la acción cívica certera y profunda. Es necesario reunir todos esos grupos dispersos con un objetivo coherente creando clandestinamente las estructuras democráticas que habrán de regir la futura república libre de Cuba. Ha llegado la hora de organizar un Gobierno Provisional capaz de canalizar las inquietudes del pueblo transformando el disgusto general en un torrente efectivo que les devuelva Cuba a los cubanos. Un Gobierno clandestino con sus instituciones y funciones que siente las bases de la reconstrucción material y espiritual de la nación cubana, cree mecanismos para la difusión de las verdades intramuros, defina políticas y objetivos comunes, estructure el cuerpo de leyes sobre las que habrá de construirse una sociedad de derechos, moderna y sin deformaciones. Un Gobierno Provisional con suficiente arraigo entre la población para convertirse en su voz y, por supuesto, movilizarlo en el momento de la acción decisiva contra el totalitarismo.